domingo, 6 de julio de 2008

Un pensamiento en alto

Hay cosas (aunque duelan) que siempre cambian y otras que no cambiarán jamás. Las que cambian me aportan sabiduría y paz en el corazón, me hacen crecer, me hacen aprender, me hacen sentir que, a cada paso, todavía puedo ser mejor persona. Las que permanecen, me recuerdan que cada ser humano es único e irrepetible, que en la esencia de mi alma existe una verdad auténtica que me hace ser libre, a pesar del paso del tiempo y de las “cadenas” que yo (en mayor o menor medida) me voy poniendo o me voy dejando poner.

Soy muy consciente de que esta es la única vida que tengo, y una de mis preocupaciones (entre otras) de los últimos tiempos es que no sé si realmente estoy malgastando todas las capacidades y cualidades que tengo (tampoco tantas, no os creáis…) No sé si realmente estoy dando gratis, lo que gratis me ha regalado la vida. Si realmente estoy dando respuesta a las necesidades de los que más lo necesitan, porque al fin y al cabo, ¿qué es mi vida sin los demás?

En el fondo sé que hay cosas que si yo no hago nadie hará (lejos estoy de creerme más importante o necesaria que los demás, o de pensar que sola voy a cambiar algo), como hay cosas que si tú no haces, nadie hará. Yo aporto en la medida de mis posibilidades, como tú aportas en la medida de tus posibilidades. Mientras intento dar respuesta a mi preocupación, amo como puedo, lucho como sé, sonrío como necesito, vivo tan intensamente como pienso, y venzo el miedo que siento (como todos)

Con el paso del tiempo y con la experiencia, escucho (con más honestidad) lo profundo de mi alma. Mis sueños siguen vivos (más que nunca), camino despacio, poco a poco comprendo la realidad del mundo, disfruto de cada día de vida y de cada persona que me voy encontrando.


Hay veces que suelo dedicar un tiempo por la noche, a revisar el día que he vivido. Algunos días, no encuentro ningún hecho que realmente me saque una sonrisa. Entonces con tristeza, reconozco que he vivido más pendiente de mi ombligo que de otra cosa. Pido perdón por mi falta de amor a los demás, y sé que al día siguiente, seguro, encontraré un motivo para sonreír.

Menudo pensamiento en alto ¿no?. Es que ciertamente, hay cosas que siempre cambian y otras que no cambiarán jamás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu vida sin los demás no sería tu vida. Nunca traiciones ese regalo de la vida. ¡Adelante y sin miedo, que tu fortaleza es necesaria!

Un besazo

Yolanda dijo...

Profundamente Gracias!

Un beso chico en el viento